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Deuda pública: entre señales positivas y riesgos futuros

Una de las condiciones necesarias para gestionar el crecimiento y el desarrollo económico de un país es la estabilidad de las finanzas públicas.  Esto no sólo implica la administración responsable y eficaz de los recursos económicos del Estado, sino que también deriva en una señal de confianza o desconfianza para otros agentes económicos como grandes empresas, inversionistas, organismos internacionales o calificadoras de deuda.

Standard & Poor’s ratificó recientemente la calificación crediticia de México en BBB para moneda extrajera y BBB+ en moneda local, manteniéndola en grado de inversión con perspectiva estable [1]. Dicha evaluación es una buena noticia para nuestro país pues indica que se mantiene el nivel de confianza respecto al cumplimiento de pagos de la deuda soberana de forma ordinaria. En términos prácticos implica que no se incrementarán los intereses que se tienen que pagar por la deuda pública. Recordemos que entre mayor riesgo o probabilidad de no pago, mayor es el interés que el gobierno debe pagar por hacerse de recursos.

La agencia subraya la expectativa de una gestión macroeconómica cautelosa a pesar del entorno global complejo, incluso en medio de un año electoral que pudiera causar tensión política y financiera. Por otro lado, el mayor déficit público aprobado para este año (5.4% del PIB) y que ha ocasionado importante controversia entre analistas, se interpreta como algo temporal bajo el supuesto que la próxima administración lo reducirá gradualmente.

No todo han sido noticias alentadoras, en los últimos años la lucha contra la inflación aumentó las presiones fiscales asociadas a la deuda. El Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público como porcentaje del PIB -la medida más amplia de la deuda- ha mostrado una reducción durante los últimos tres años, empero, su costo financiero se incrementó (Gráficas 1 y 2). Dicho resultado es efecto de la postura monetaria restrictiva de Banco de México (Banxico) con altas tasas de interés cuyo objetivo ha sido limitar el incremento en los precios.

En otras palabras, el riesgo crediticio y las tasas de interés juegan un papel crucial en cuanto al desembolso de recursos públicos en aras de cumplir con las obligaciones de deuda. Por un lado, Standard & Poor’s ha dado una señal de confianza, en complemento, el descenso paulatino de la inflación anual sugiere que en meses próximos comenzarán las reducciones de la tasa de referencia de Banxico. De materializarse dicho escenario, se liberarían recursos públicos hacia adelante para atender otras problemáticas, sin embargo (como mencioné al inicio), la condición de estabilidad es necesaria, aunque insuficiente para apuntalar el desarrollo.

Una gestión pública integral y exitosa requiere además de disciplina fiscal, eficientizar los mecanismos para obtener recursos, así como una ejecución del gasto focalizada y progresiva. Por lo tanto, la pregunta obligada es: ¿qué cambios se han registrado en materia de ingreso y gasto en los últimos años?

Eso lo comentaremos en siguientes notas de análisis, en este espacio.

Eduardo Valle | febrero de 2024.

Gráfica 1. Deuda con tendencia a la baja y en niveles manejables


Fuente: Elaboración propia con datos de SHCP

Gráfica 2. Altas tasas de interés aumentan costo financiero de la deuda


Fuente: Elaboración propia con datos de SHCP




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El Nearshoring en México (1):La vieja necesidad de relocalización en los tiempos actuales

El nearshoring es una vieja idea ya que por décadas las empresas han buscado locaciones alternativas a las sedes originales, que representen menores costos laborales y que sean lo más cercanas posible a los mercados de origen que les proporcionan las ganancias importantes. El estiramiento de la geografía económica que representó la globalización centrada en el sudeste asiático fue posible por la importante capacidad de reducir costos productivos en esos países a causa de la producción en masa y los bajos salarios. Esto compensaba, entre otros, los costos de la logística y tuvo su expresión plena entre los años 90 y la primera década de este siglo. La nueva oleada de inversiones extranjeras basadas en la lógica de proximidad y menores costos comprime la geografía y nace del estado de shock de las cadenas de suministro a causa de la pandemia global (Gráfica 1). Las   industrias manufacturera estadunidense dependiente de las fábricas chinas al inicio de las cadenas, fueron especialmente sensibles a la crisis.

Resulta lógico que México sea un espacio propicio para esta nueva fase de la inversión extranjera que tiene como objetivo el mercado estadunidense.  Desde el lejano inicio del TLCAN se ha articulado un espacio económico común entre México y EE UU mediante cadenas manufactureras, entre las que sobresale la automotriz [1]. Lo que el TLCAN creó ha sido reforzado por el TMEC y sin duda, por la política de infraestructuras energéticas y de movilidad del gobierno mexicano en el sexenio actual. Éstas elevan el valor geoestratégico de México y la nueva inversión extranjera se explica por la confluencia del nearshoring con el TMEC y la revalorización estratégica del territorio mexicano.

El contexto necesario para dimensionar este proceso es el del ciclo mundial de la inversión extranjera, el cual nace en los años 70 del siglo pasado y adquiere la connotación de globalización por tres características: la importancia de la inversión en servicios, la amplitud de las operaciones que la empresa relocalizaba y la expansión geográfica de las inversiones. La cadena de valor global fue la forma de organizar la ejecución operativa de la manufactura en el marco de la globalización. Su eficiencia de costos superaba a una operación basada en economías de cercanías, por ello fue posible el paso de una expansión mundial de la inversión a escala regional a otra de escala global.

La Gráfica 2 muestra la tendencia contemporánea mundial de la inversión extranjera a partir del pico histórico que tuvo ésta, con un monto de poco más de 2 billones de dólares [2], en el año 2015. Así, el nearshoring es la forma contemporánea en que se manifiesta el ciclo global de la inversión extranjera, después de su máximo histórico.

¿Significa ello el fin de la escala global y el inicio de la escala regional? Esa es una pregunta que incidirá en los análisis futuros del fenómeno de la inversión extranjera. Sin embargo, para México, esta cuestión será secundaria pues el país forma parte del espacio económico de Norteamérica. La Gráfica 3 muestra que México, desde 2016, ha tenido una tendencia ascendente en la captación del capital extranjero mundial, a pesar de que la disminución de los flujos anuales mundiales.

Así entonces, el nearshoring ha significado para México ir a contraflujo del proceso mundial dominante.

Gráfica 1: Índice global de presiones sobre cadenas de suministro

Fuente: https://www.newyorkfed.org/research/policy/gscpi#/interactive

Nota: El Banco de la Reserva Federal de Nueva York es el creador y difusor del índice a partir de variables de transporte y la fabricación que reflejan las presiones sobre la cadena de suministro mundial. Considera los plazos de entrega, costo de envío de materia prima, volumen de stock y costos aduaneros, entre otros.

Gráfica 2: Los flujos anuales mundiales de IED en tendencia descendente

Fuente: https://unctad.org/publication/world-investment-report-2023

Gráfica 3 : México ha captado cada vez una parte mayor de la inversión extranjera mundial

Fuente: https://unctad.org/publication/world-investment-report-2023

Jordy Micheli | febrero de 2024.

[1] La realidad es que “ For decades USA  manufacturers have been “nearshoring”manufacturing operations to Mexico” , como señala un artículo reciente sobre el desempeño de filiales de empresas estadunidenses en México:  https://www.thenearshorecompany.com/5-well-known-us-companies-succeeding-in-mexico/

[2]  1 billón = 1 millón de millones




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El crecimiento económico de México: éxitos en 2023 y riesgos en 2024

El crecimiento de la economía mexicana durante 2023 parece haber sorprendido a los expertos. El resultado acumulado del Indicador Global de Actividad Económica (indicador mensual proxy del PIB), y su estimación oportuna, muestran que la economía habría crecido alrededor de 3.2% en todo el año. Para dimensionar este resultado es importante notar que es incluso superior a la proyección oficial con la que se aprobó el Presupuesto (3%) y mucho mayor que el consenso de analistas de la Encuesta Citibanamex de Expectativas (ECE) a principios de 2023 (0.9%).

Resulta pertinente evaluar qué condiciones permitieron dicho avance, así como los riesgos al crecimiento en el año que comienza.

Algunos elementos que explican el desempeño de la economía durante el año pasado son: 1) la profundización de políticas públicas -principalmente en el ámbito laboral y fiscal asociadas al gasto-, que permitieron fortalecer el mercado interno; 2) el proceso de relocalización industrial y un peso fuerte frente al dólar, que impulsaron la inversión, y 3) la resiliencia del mercado estadounidense como  consecuencia de importantes apoyos gubernamentales durante los años de pandemia y que favorecieron las exportaciones mexicanas.

No obstante, para inicios de 2024, las condiciones han cambiado.

La inflación post-covid trajo consigo incrementos de las tasas de interés con ciclos que concluyeron durante 2023, para inhibir la demanda y contener el alza en los precios. La Reserva Federal en Estados Unidos llevó su tasa de referencia de 0.25% a 5.5% entre febrero de 2022 y julio de 2023, mientras Banxico lo hizo de 4.0% en junio de 2021 a 11.25% en marzo de 2023. Si bien se ha logrado contener en buena medida el crecimiento de los precios, el costo de tasa de interés elevada se comienza a manifestar.

En México, indicadores como las ventas minoristas o el consumo privado muestran signos de desaceleración a finales de 2023. Adicionalmente, en EE UU el mayor costo de financiamiento ha deteriorado la producción manufacturera y, en consecuencia, también las exportaciones mexicanas no automotrices, por lo que el impacto es tanto en nuestro mercado interno como en el externo.

El riesgo más importante es la inflación. Los conflictos internacionales (bélicos y comerciales), pueden incidir en precios internacionales desatando nuevas olas de incrementos y, en consecuencia, un periodo más prolongado con altas tasas de interés que deteriore las condiciones de crecimiento en este año.

Por último, la recuperación del empleo en los últimos años ha sido notable y la tasa de desocupación se ubica en niveles mínimos históricos. No obstante, esto implica un menor margen de crecimiento para 2024 en este importante driver del consumo privado. Así pues, la expectativa de consenso privado en la más reciente ECE para el crecimiento de la economía es más pesimista que la oficial: 2.4% y 3.0% respectivamente.

Lo que estará en juego es qué factores de la nueva política de desarrollo como el incremento salarial y el gasto público en obras y programas sociales, se combinen con un dinámico proceso de nearshoring, para que las tendencias negativas sean contrarrestadas.

Ello haría posible una nueva sorpresa para los expertos al terminar 2024.

Eduardo Valle | enero de 2024.

Fuente: Elaboración propia con datos de INEGI.

Fuente: Elaboración propia con datos de Banxico y Fed.